Destacar la importancia de la atención domiciliaria en el ámbito de la atención primaria, como parte de un proceso asistencial que haga un abordaje biopsicosocial de nuestros pacientes.

Paciente de 99 años que vive sola en su domicilio, un primer piso sin ascensor, por lo que no sale de su casa desde hace 35 años.  

En una visita a domicilio, nos consulta por empeoramietno de una lesión que presenta en antebrazo derecho. Se trata de una lesión de unos 5 cm, excrecente, que apareció hace unos meses, y ha ido creciendo, es friable a cualquier roce, y maloliente, por lo que ha comenzado a molestarle. Con alta probabilidad se trata de una tumoración maligna.

Nos preguntamos qué hacer ante este caso, ya que en los protocolos nos dice que esta lesión debería ser derivada para resección quirúrgica por dermatología. Pero conocemos bien a la paciente y a su familia, y una vez más, nos piden que no la derivemos a ningún otro especialista, por lo que procedemos a hacer todo lo que está en nuestra mano por ella, y la intervenimos en su domicilio, realizando una resección de la lesión lo más amplia posible. Posteriormente suturamos, y curamos durante semanas, hasta que la herida está completamente cerrada.

En la anatomía patológica, nos informan de carcinoma de células escamosas moderadamente diferenciado e infiltrante.

Dada la posibilidad de recidiva, programamos seguimiento en su domicilio para ver cómo va evolucionando.

Se trata de una experiencia clínica que hemos vivido en un consultorio rural  y con la que queremos destacar la importancia de la atención domiciliaria en la atención primaria.

Somos los profesionales de atención primaria, que vemos al paciente de forma continuada, longitudinal, con una concepción biopsicosocial e integrada en el medio familiar y en el entorno ambiental y social, los más indicados para realizar este tipo de atención.